miércoles, 10 de enero de 2007

lunes, 8 de enero de 2007

Lenguas regionales y lenguas internacionales


No deja uno de salir de su asombro cuando a la deriva de la navegación por Internet se acaba varado en los escollos de las costas de Libertaddigital.

El artículo del otro día del lingüista de estar por casa de LD, Armando de Miguel, viene a demostrar que las lenguas son como el fútbol y la política, donde el libre albedrío a dogmatizar está por encima de la lógica, el sentido común y la profesión.
El título es de por sí una declaración de intenciones: Lenguas regionales. Para ser justos, todas las lenguas vivas son regionales, en el sentido obvio que son territoriales, es decir, las usan unos hablantes en unos territorios o regiones determinados. Pero no, aquí hemos de entender "regionales" en la jerga filofranquista, donde vale por región lo que ahora son Comunidades Autónomas.
Avancemos. Los primero que nos encontramos en el artículo es una aclaración a un e-mail de un lector (al que el lingüista le ha hurtado la tilde de su nombre de pila) en que nuestro amigo intenta corregirle:
Genis Bergós me dice (en catalán) que las palabras catalanas molt y moll "no se prestan a ningún tipo de confusión fonética, tienen pronunciaciones muy diferenciadas incluso para los oídos no catalanoparlantes". Disiento. Para un castellanoparlante como yo es muy difícil pronunciar dos consonantes seguidas al final de una palabra. Por lo mismo la elle final se convierte en ele. Así pues, molt y moll las emito como "mol". No es ningún desdoro que uno no sepa pronunciar bien todos los sonidos de otras lenguas.
Esta es la primera muestra del (des)nivel lingüístico que deja al descubierto Armando. Sorprende sobre todo la propia incoherencia del párrafo. El buen lector le indicaba que el sonido de "moll" y "molt"son distinguibles (mucho más que su grafía) incluso para un oído castellanohablante (y para un francés, italiano, inglés..., podemos añadir, como en los chistes). Y nuestro lingüista responde acerca de la dificultosa pronunciación para un hablante castellano... En fin, como decía, este es el nivel.

Pero lo más desgradable viene después. Atentos.
Don Genis se queja de la dificultad que tienen los catalanoparlantes, obligados socialmente a aprender otra lengua aparte del catalán. En cambio, un extremeño, pone por caso, no siente esa necesidad. En definitiva, los catalanoparlantes "están condenados a ser bilingües". No se apure, don Genis. Esa sensación la tienen muchos millones de personas cultas en el mundo cuya lengua materna no es de comunicación internacional. Lo que ocurre es que el castellano o español sí es una lengua de comunicación internacional. No hay ningún mérito en ello; es un puro azar histórico. De ahí la pereza de los castellanoparlantes para aprender otros idiomas y la prontitud con que se hacen bilingües los catalanes. No es ninguna maldición. Antes bien, siempre es una ventaja dominar dos o más idiomas. Pero por lo menos se entenderá el hecho de que muchos angloparlantes que residen en España se resistan a aprender bien el español. De la misma forma muchos castellanoparlantes residentes en Cataluña no aprenden bien el catalán. Lo malo es que terminen balbuceando también su lengua materna. Obsérvese lo bien que habla Mas el castellano y lo mal que habla Montilla el catalán... y el castellano.
Cuán maravilloso es lo simple. La lengua catalana no es una lengua de comunicación internacional, como el castellano. Es de suponer que la considera regional. A santo de qué, me pregunto, una lengua puede ser considerada internacional y otra regional.
  • Si el argumento, que no lingüístico, es que el castellano se habla en diferentes estados, ¿por qué entonces el catalán --que se habla en 4 estados europeos (España, Andorra, Francia, Italia)-- no lo es?
  • Si la cosa está en que el castellano es oficial estatalmente (en todo el estado), otro argumento viciado que no es lingüístico, ¿por qué el catalán --única lengua oficial en Andorra-- no merece la misma "categoría"?
Pero no, la cosa no va por ahí. La cuestión tiene que ver con los prejuicios lingüísticos muy habituales entre los monolingües o hablantes de lenguas mayoritarias. Esos que bajo la excusa de un entendimiento común intentan convencernos de la necesidad de acabar con las lenguas "minoritarias", aunque como en el caso del catalán sean la 7ª lengua con más hablantes de la UE. Son los mismos que piden la eutanasia lingüística y aluden constantemente a un bilingüismo donde sólo molestan las lenguas minoritarias, esas que --según nos cuentan-- pretenden ser impuestas. Vamos, que en Historia (de la lengua) andan igual de perdidos que en el territorio de la sociolingüística. Lo importante es menospreciar una lengua que no sea la tuya, que no tenga cientos de millones de hablantes, que te moleste que se hable en tu presencia o en las tv y radios. Todo desde la posición cómoda de hablante de una "lengua de verdad".

¿De verdad alguien puede pontificar sobre sociolingüística con cuatro prejuicios tópicos y creer que nos engaña? Resulta tan disparatado como que un zoólogo --ya que hablábamos antes de animales-- menosprecie las especies en peligro de extinción, que acaben con ellas de una vez por todas, no nos hagan perder el tiempo, por favor.